miércoles, 12 de noviembre de 2014

Los secretos de la longevidad

Siempre me acuerdo que le decía a mi entrañable padre, de 98 años, que de él había heredado su hipertensión y su hipercolesterolemia; él me replicaba muy contundente que sí, pero que también había heredado su longevidad. Esto me anima mucho porque todavía me quedan al menos 44 años para llegar a su edad. Eso sí, sus facultades físicas y mentales eran excelentes por algo tan sencillo como su disciplina férrea en hábitos y estilos de vida saludables, y como él me insistía: “aplícate el cuento y lee a Gregorio Marañón que decía que “el hombre debe ser esclavo de la acción si quiere vivir”. En este sentido es obvio que la longevidad es una característica multifactorial, la cual está afectada por factores genéticos y ambientales.

             

Sin lugar a dudas, el proceso de envejecimiento requiere una atención permanente y mucho tesón, manteniendo buenos hábitos de vida, una actitud positiva ante las adversidades y cuidando también nuestra relación con la familia y amigos. Si estos hábitos los adoptamos en una edad temprana nos ayudará a lograr un envejecimiento saludable. Aristóteles decía que “adquirir desde jóvenes hábitos tiene una importancia absoluta”, sobre todo si tenemos en cuenta que el 90% de las personas tiene miedo a hacerse mayor, siendo los principales motivos que causan este miedo son: el declive del estado físico, la pérdida de memoria y la posibilidad de padecer enfermedades crónicas, y parafraseando a Platón, “teme a la vejez, pues nunca viene sola”. De hecho algunas de estas preocupaciones son más acusadas en personas menores de 65 años, pero como decía Pitágoras, “una bella ancianidad es la recompensa de una bella vida”.

Si observamos la evolución, se constata que a medida que van trascurriendo los siglos se va alargando la vida. Hemos pasado de una esperanza de vida de 34 años a una esperanza de vida de 80-85 años. Japón y España son los países donde hay más longevos gracias a la dieta mediterránea. De hecho, el hombre más longevo es un japonés de 111 años, pero estoy seguro que algún día llegaremos, como las tortugas, a los 180 años. Sin duda los centenarios son un modelo de envejecimiento y como bien argumentaba Sócrates, “los que en realidad aman la vida son aquellos que están envejeciendo”.

Sistemas de defensa antioxidante

A lo largo de la evolución, el organismo ha adquirido mecanismos de defensa contra los radicales libres que intentan prevenir su producción, detener o retardar la reacción de oxidación en cadena que desencadena el radical, reparar los daños que causan a las macromoléculas o degradar las lesionadas. Los mecanismos antioxidantes suelen actuar de forma coordinada, ejercen su función en localizaciones subcelulares concretas, y se agrupan en dos sistemas de defensa antioxidante: sistema enzimático y sistema no enzimático. Según James Watson, Premio Nobel de Medicina, “uno de los secretos de la longevidad consiste en reducir los niveles de antioxidantes”.

El sistema antioxidante enzimático constituye la primera y mejor línea de defensa contra los radicales libres. Está integrado por tres enzimas principales que trabajan en cadena para desactivar selectivamente radicales libres: superóxido dismutasa (que influye en el índice de longevidad), catalasa (que su actividad enzimática se ve alterada por la temperatura y el Ph) y glutatión peroxidasa, que tiene actividad enzimática en las mitocondrias y protege la célula contra la acción de radicales libres.

El sistema antioxidante no enzimático incluye una larga serie de compuestos de bajo peso molecular, siendo los más importantes: la vitamina E, la vitamina C, la vitamina A y el glutatión reducido. Qué pena porque el hombre, tras una mutación genética, ha dejado de sintetizar Vitamina C y eso lo diferencia de otros animales como por ejemplo el cerdo, que sintetiza 10 gramos diarios y por eso puede meter el hocico en todo, sin infectarse, ya que la vitamina C aumenta la resistencia a la infección, la producción de interferón y eleva la actividad inmunológica de los linfocitos. Por ello, las altas dosis de vitamina C las utilizaba Linus Pauling, Premio Nobel de Medicina. También juegan un papel importante en la defensa mediada por enzimas, sin ser verdaderos antioxidantes: el coenzima Q, manganeso, flavonoides, polifenoles, ácidos fenólicos, selenio, cobre, hierro y otros minerales.

Por este motivo, podemos recurrir a remedios tradicionales como plantas medicinales (cúrcuma, silimarina, muérdago, jengibre, maca, crisantemo) o suplementos naturales como el resveratrol, complejos de B, jalea real, polen, l-carnitina, 5-HTC, NAD y NADH, 5-Adenosil, PQQ (pirroloquinolina quinona, antioxidante muy potente), el propio bicarbonato sódico (que neutraliza molestias digestivas) y así hasta llegar a un sinfín de principios activos y sustancias naturales, hasta llegar al agua de mar, que es similar al plasma sanguíneo.

El paradigma son las mujeres tailandesas; consumen grandes dosis de crisantemo y “envejecen bellísimas”. Me viene a la memoria la genialidad de Ernesto Sábato que nos recordaba que “la vida es tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza a aprenderlo, ya hay que morirse”.

Por este motivo, muchas veces me pregunto por qué hemos abandonado la admirable costumbre de nuestros ancestros que consumían este tipo de sustancias que subsanaban innumerables molestias y que aportan las fuerzas vitales que tiene la naturaleza. En fin, cada día soy más partidario de rescatar remedios naturales tradicionales y combinarlos con moléculas innovadoras. En este sentido, vivo fascinado por las fórmulas magistrales de Galeno, que llegaba a mezclar 70 principios activos y sustancias naturales en su conocida “Triaca”, que fué utilizada durante 2.000 años.

Las dificultades para vivir más 

El ambiente en el que nos desarrollamos como el consumo de alimentos transgénicos, las grasas trans, la exposición a plagas por los flujos migratorios, la contaminación del aire y los plaguicidas, entre otros, dificultan vivir más porque se adquieren enfermedades, se desencadenan discapacidades y se muere antes. Procura evitar este tipo de situaciones porque, según Séneca, “la vida es como una escuela de gladiadores: convivir y pelear”.


Dieta, ejercicio y descanso 

Otro de los secretos es mantener una alimentación sana, rica en todo tipo de pescados, aceite de oliva, mucha fruta, verduras y legumbres, y beber 1,5 – 2 litros de agua mineral al día, que tiene un efecto muy beneficioso, especialmente en la prevención de la arterioesclerosis y por supuesto en la prevención del cáncer de colon (hoy tan frecuente). Por ello, hay que inclinarse por la dieta mediterránea, que contiene antioxidantes naturales y produce un efecto positivo sobre el mantenimiento de las funciones celulares, como constató el Profesor Grande Covián en sus investigaciones. Hay un hecho evidente: los centenarios tienden a ser más delgados e ingerir, de media, menos calorías al día, ya que las dietas hipercalóricas e hiperproteicas disminuyen la capacidad antioxidante. Uno de los grandes desafíos es la obesidad, ya que las citoquinas inflamatorias de los adipocitos del abdomen agreden al endotelio vascular y lo hacen disfuncionante. Como decía Thomas Edison, “el médico del futuro no tratará el cuerpo humano con medicamentos, más bien curará y afrontará las enfermedades con la nutrición”.

Pero si de verdad quieres que “te cambie la vida y tengas más energía” es esencial un test de intolerancia a los alimentos y eliminarlos drásticamente de nuestra dieta.

Uno de los secretos de la eterna juventud lo tiene mi amiga del alma Nati Abascal que domina las dietas macrobióticas, los complejos vitamínicos biológicos, y la ingesta de productos naturales como el jengibre, cúrcuma, hibiscus, o de frutas ecológicas como el coco (aumenta las defensas), granada, arándanos, frutos rojos, y así hasta el infinito. Naty siempre me dice que en casa de Valentino sólo se consumen productos orgánicos, y esto es esencial, porque “somos lo que comemos”. En definitiva, el objetivo debe ser una alimentación sana y equilibrada que garantice un aporte óptimo de todas las vitaminas, minerales, aminoácidos y ácidos grasos esenciales. En este sentido, el profesor Walter Willet, de la Universidad de Harvard, considera que la famosa pirámide alimentaria debe incluir la ingesta diaria de complejos de multivitaminas, pero eso sí, de una calidad óptima que garanticen la biodisponibilidad.

Lo que mejora nuestra capacidad antioxidante es el “ejercicio físico”, que aunque sea moderado, de al menos 20 minutos, 3 veces por semana, permite mantener en forma el organismo y mejora nuestro estado de felicidad al segregar endorfinas. Lo ideal es practicar un mix físico – mental, como pilates, qi gong, yoga, o sencillamente caminar. Lo que es evidente es que “la lectura es a la mente lo que el ejercicio al cuerpo”, como decía Joseph Addison.

Si haces deporte que requiera un gran esfuerzo, debes conocer tu capacidad cardiovascular a través de una prueba de ergometría y, si es necesario, un angiotac coronario, con el fin de detectar precozmente una isquemia coronaria y evitar muertes súbitas. Recuerda que, según Albert Einstein, “la vida es como la bicicleta, hay que pedalear hacia adelante para no perder el equilibrio”.


Por otra parte, si quieres vivir más “tendrás que soñar”. Me explico, el sueño se divide en dos fases: el sueño profundo que repara la fatiga física, y el sueño REM, es decir, la fase onírica, de ensoñación, que repara la fatiga mental del día. En los casos de alteración del ciclo sueño – vigilia, los suplementos de melatonina, a dosis eficaces, suelen ser útiles clínicamente. La calidad del sueño es fundamental y como decía Antonio Machado, “si es bueno vivir, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo, despertar”.

Mi conclusión: el primer trinomio de la longevidad está formado por: dieta, ejercicio y descanso.

Control de la exposición a factores de riego 

Es esencial controlar adecuadamente la tensión arterial y mantenerla en una cifra máxima de 130/80, ya que es un factor de riesgo cardiovascular, silencioso, que además acelera el envejecimiento. Asimismo, mantener los niveles plasmáticos de “glucosa <110” , hemoglobina glicosilada < 6, y de “colesterol total <180 y LDL <70 y HDL >45 , por el daño directo e irreversible que producen sobre el endotelio vascular (el cutis de la arteria), eliminando para ello las “grasas trans” de la dieta. Lo que sí es evidente es el efecto beneficioso, tanto a nivel cardiovascular como cerebral, del consumo de ácidos grasos omega 3-6-9, y el paradigma son los esquimales que se alimentan de carne de foca, la cual tiene un alto contenido en Omega, siendo este el motivo por el que sufren menos infartos. Y precisamente por sus descubrimientos sobre la regulación del metabolismo del colesterol, recibieron, Michael Brown y Joseph Goldstein, el Premio Nobel de Medicina.

Además es fundamental protegerse de la exposición repetida de la luz ultravioleta, que produce envejecimiento prematuro, así como evitar el stress y el tabaco, que disminuyen la capacidad antioxidante y aceleran progresivamente su envejecimiento. También es evidente que lo ideal es tener tiempo suficiente para relajarse o rodearse de gente afín a los hábitos y estilos de vida saludables, ya que también incrementan la longevidad.

Me sorprende ver cómo algunas personas van envejeciendo con algún tipo de deterioro cognitivo, siendo el origen real de numerosas demencias seniles los “microinfartos cerebrales múltiples” que disminuyen la perfusión cerebral de zonas vitales y generan un deterioro cognitivo progresivo. Por este motivo, es esencial un diagnóstico diferencial de este tipo de demencias con el alzheimer, con el que tan habitualmente se confunde, como no se cansa de reiterar mi admirado colega el Dr. Valentín Fuster, a quien tuve el grato honor de entregarle el Premio a la Excelencia Saniaria del Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social. En este sentido, la clave es minimizar la exposición a los factores de riesgo anteriormente mencionados, y utilizar dosis bajas de 80 - 150 mg de ácido acetilsalicílico (aspirina), como recomienda la American Heart Association ya que se obtiene un beneficio preventivo, por su capacidad antiagregante.

Pero la gran amenaza de la longevidad la constituyen patologías como la obesidad, diabetes, síndrome metabólico, hipertensión arterial, arritmias, cáncer y otras enfermedades crónicas.

ATP: la molécula de la vida 

El ATP, Adenosin Trifosfato, es una molécula que el organismo produce en las mitocondrias durante la respiración celular y es el “transportador universal de energía” de nuestro cuerpo, tan necesaria para todas nuestras funciones. El ATP se sintetiza a través del Ciclo de Krebs y por tanto, la ingesta de nutrientes debe estar orientada a optimizar su producción. Uno de sus activadores enzimáticos es el pirofosfato de tiamina, también conocido como cocarboxilasa, que aumenta el metabolismo energético, con el que personalmente he obtenido buenos resultados clínicos, y que tanto ha estudiado Severo Ochoa, Premio Nobel de Medicina.

Marcadores tumorales

Uno de cada 3 ciudadanos puede llegar a sufrir un cáncer y su curación depende mucho de su diagnóstico precoz, según la American Cancer Society. En este sentido, aquí juegan un papel fundamental los Marcadores Tumorales, que son sustancias habitualmente producidas por las células tumorales y que se encuentran en la sangre, orina y en otros fluidos corporales. Se pueden detectar en el laboratorio a través de una muestra de sangre u orina, y los marcadores más utilizados son: CEA, CA 15-3 (mama), CA 19-9 (colon, pulmón, páncreas y mama), PSA (próstata), CA 12,5 (ovarios y linfomas), Cyfra 21.1 (pulmón), CA 72-4 (estómago), BTA (vejiga), Tiroglobulina y calcitonina (tiroides), AFP y HCG (hígado, ovarios, testículos), entre otros. Desde mi punto de vista se debería universalizar la realización de este tipo de test para incluirlos habitualmente en nuestros chequeos. Los marcadores tumorales apoyados por pruebas de imagen como el PET-TAC y, en algunos casos, inmunoPET, permiten un abordaje terapéutico precoz.

Estado de ánimo 

La longevidad, sin embargo, debe ir acompañada de un buen estado de ánimo, el cual depende fundamentalmente de niveles altos de neurotransmisores, especialmente serotonina, dopamina, oxitocina, etc. Esto hace necesario la ingesta de suplementos como por ejemplo el triptófano, que es un precursor de la síntesis de serotonina. Pero la tecnología más innovadora es la “estimulación magnética transcraneal” que permite un abordaje terapéutico de múltiples patologías cerebrales, incluida la depresión y pérdida de memoria. Según Gandhi “la enfermedad es el resultado no sólo de nuestros actos sino también de nuestros pensamientos”.

Conflictos emocionales 

Me encuentro en ocasiones a personas que, a partir de los 50, dejas de verlas un tiempo, y cuando te reencuentras con ellas han dado un gran bajón, en ocasiones provocado por una enfermedad, otras por no interesarse en absoluto por su salud, y en muchas ocasiones el motivo es que han pisado la línea roja de los conflictos emocionales. Psicológicamente podemos estar preparados para afrontar alguno, pero en ningún caso para vivir crónicamente rodeado de conflictos que nos conducen a un agotamiento psicosomático, que es la última fase del stress, donde aparecen numerosas manifestaciones clínicas, y donde ponemos al borde del precipicio a mis glándulas favoritas: timo, hipófisis y pineal.

Por lo tanto, llegados a este punto, hay que tener muy claro el secreto de Juvenal, poeta romano del siglo I, que decía “mens sana in corpore sano”, y que si lo llevas a tu vida real obtendrás grandes beneficios.

Mi consejo: huye y aléjate de cualquier tipo de conflicto. Como decía mi querido padre “la pasión puede a la razón” y siempre es mejor un mal acuerdo que un buen conflicto, sobre todo si es interminable. En estas situaciones acuérdate de Mario Benedetti, poeta uruguayo, que decía que “el perdón es un puñado de sentimientos que a veces nos acaricia cuando el alma llora”.

El linaje genético

Sin lugar a dudas la herencia genética es esencial ya que existen diversas variantes de genes que pueden almacenar las claves de una vejez saludable. De hecho, los longevos o centenarios suelen vivir al menos 15 años más debido a una variante genética en el cromosoma 9p21.3, correspondiendo el 80% a mujeres portadoras. Recientemente, se ha descubierto un gen que alarga la vida, se llama APOB y bautizado como Matusalén, lleva la información bioquímica necesaria implicada en el transporte del colesterol LDL (malo) hacia el hígado para su posterior degradación. Las familias que comparten variantes de este gen, superarán los 100 años de vida. Pero tengamos la suerte o no de heredar los genes de la longevidad, hay que tener la perseverancia de adoptar hábitos sanos.

Genética, farmacogenética y farmacogenómica

Los recientes avances en la genética molecular y en el Genoma Humano han permitido identificar genes que ayudan en el diagnóstico y el tratamiento personalizado de las diferentes enfermedades. En este sentido, uno de mis científicos favoritos, Francis Collins, descubridor del Genoma Humano, considera que este hito reafirmó su fe en Dios, y no duda en decir que “los milagros son una posibilidad real”.

El cribado genético está diseñado para conocer la predisposición de una persona a sufrir determinadas enfermedades. A través de un test de saliva se puede recoger una muestra de ADN y analizar los polimorfismos y de una forma personalizada prevenir y orientar el tratamiento a dianas terapéuticas.

Se pueden conocer los genes de la longevidad, así como los responsables de distintas patologías. El paradigma es el gen FLNC, descubierto hace unos días, que es el codificante de la proteína “filamina C”, cuya formación de agregados en el músculo cardiaco, provoca miocardiopatía hipertrófica y es el responsable de alteraciones cardiacas y muerte súbita. Con esto quiero decir que si esto lo sabemos, en este tipo de pacientes, podríamos anticiparnos, y por poner un ejemplo, implantarles un desfibrilador que evite la fibrilación ventricular, que es la arritmia que desencadena la muerte súbita.

De ahí el gran valor que hoy tiene la farmacogenética y la farmacogenómica en la medicina personalizada, ya que permiten conocer, en el primer caso, el efecto de la variabilidad genética de un individuo a determinados fármacos, y en el segundo el estudio de las bases moleculares y genéticas de las enfermedades para desarrollar nuevas vías de tratamiento.

Epigenética

La epigenética es el conjunto de procesos bioquímicos que modifican la actividad del ADN sin alterar su secuencia. La clave de la investigación está en conseguir descifrar el lenguaje del Genoma Humano que codifica pequeñas modificaciones bioquímicas capaces de regular la expresión de múltiples genes.

En definitiva, la epigenética es la herencia de patrones de expresión de genes que no vienen determinados por la secuencia genética. Para que me entendáis; el chimpancé y el hombre comparten el 99% de genes y lo que los distingue es la epigenética, que es lo que explica la interacción de los genes con el ambiente y con el estilo de vida.

Existen varias compañías que se dedican exclusivamente a desarrollar medicamentos que restauren los cambios epigenéticos.

Proteómica y biomarcadores

Otro de los secretos es el análisis proteómico asociado a patologías concretas, gracias al cual es posible identificar “proteínas” que permitirían diagnosticar la enfermedad y pronosticar su evolución. Estas proteínas se conocen con el nombre genérico de “biomarcadores” y permiten terapias personalizadas, es decir, conocer de antemano los pacientes que responderán bien al tratamiento, para aplicar el fármaco adecuado.

Mis glándulas favoritas antienvejecimiento

Hay 3 glándulas que son mis favoritas: el Timo, que pesa 10 gramos y está ubicado detrás del esternón, cuya función es producir linfocitos T, es decir, en su seno reside nuestro sistema inmunológico, hasta el punto que cuando la glándula Timo está activa el organismo no envejece, pero que lamentablemente involuciona con el tiempo. La otra glándula clave es la pineal, que regula el ciclo vigilia – sueño. Por último tenemos la hipófisis, que controla todo el eje hormonal antienvejecimiento. De hecho si “reseteáramos” la hipófisis y pineal, se rescatarían varios años de juventud, y este sí que es un secreto. En este caso, yo siempre digo lo mismo, “imaginación al poder, que todo se puede conseguir”.

Terapia hormonal sustitutiva: Testosterona, GH y DHEA 

A partir de los 50 años en el varón se produce un descenso de los niveles de testosterona. Este déficit está detrás de muchos problemas de salud, entre ellos la disminución del deseo sexual y la disfunción eréctil, así como síntomas psíquicos (irritabilidad, ansiedad, nerviosismo y depresión) y síntomas somáticos como problemas de sueño, fatiga y disminución de la fuerza muscular.

La terapia de sustitución con testosterona (inyección trimestral, gel) tiene un efecto muy positivo y eficaz para normalizar los niveles de testosterona, entre otros: incremento del deseo y de la actividad sexual, aumento de la calidad de la erección, mejoría del bienestar y del estado de ánimo, incremento de la energía y de la fuerza muscular.

Por otro lado, la hormona de crecimiento tiene un efecto sobre la regeneración neural a través de la proliferación de células madres neurales y la transformación de estas en neuronas; y en general se han observado efectos reparadores en pacientes con daño cerebral adquirido.

Asimismo, reequilibra los niveles de neurotransmisores, eleva los niveles de beta-endorfinas, es un regulador del humor, evita la atrofia del cerebro típica de la edad, mejora las funciones cerebrales y eleva el sistema inmunológico.

La DHEA es una hormona endógena que se segrega a través de la glándula suprarrenal y funciona como precursor de las hormonas sexuales masculinas y femeninas: andrógenos y estrógenos. Tiene efectos sobre la función cerebral, el sistema inmunitario, el metabolismo, y el tejido óseo.

Sin embargo, las terapias hormonales sustitutivas requieren un seguimiento médico estricto para evaluar posibles efectos adversos y ningún paciente debe automedicarse sin prescripción médica, ya que su uso terapéutico puede ejercer influencia en los tipos de cáncer hormono-sensibles (mama, útero, ovario y próstata).

Células madre: su conversión en terapias

Son las áreas de investigación más apasionantes y el gran desafío, ya que tienen un gran potencial para tratar un amplio espectro de enfermedades, incluidas la diabetes, las neurodegenerativas, lesiones de médula espinal y enfermedades cardiovasculares, entre otras muchas. De hecho, John Gurdon y Shinya Yamanaka recibieron el premio Nobel por descubrir la forma de transformar células pluripotentes en cualquier tipo de tejidos, y por la posibilidad de obtener células madre a partir de células adultas.

La traslación a la práctica clínica ya es una realidad en muchas patologías, hasta el punto que hay una amplia oferta de “turismo sanitario con células madre” en hospitales internacionales, pero hay que asegurarse de su seguridad y eficacia a través de ensayos clínicos previos.

Telómeros: evitar su acortamiento

Los telómeros son complejos que protegen los extremos de los cromosomas que mantienen la integridad del genoma y los protege del proceso de envejecimiento. En este sentido, el acortamiento del telómero implica la senescencia de la multiplicación celular. Si me permitís, para que me entendáis mejor, los telómeros son como los plásticos de los extremos de los zapatos, que con el uso se van gastando y acortando.

Los factores que influyen en el proceso de acortamiento de los Telómeros son: stress oxidativo, sobrepeso, falta de sueño y depresión. Por el contrario, la prevención del acortamiento se consigue con ejercicio físico, ingesta de antioxidantes, resveratrol, coenzima Q10, té verde, cúrcuma, vitamina D3, Omega3 y minerales.

El gran desafío, donde actualmente se centra la investigación, es en el alargamiento de los telómeros a través de una enzima, la “Telomerasa”, y concretamente en sus “activadores enzimáticos”, que son un elemento clave para retrasar el envejecimiento, y por este motivo sus descubridores; Blackburn, Greider y Szostak, recibieron el Premio Nobel de Medicina.

En resumen, la telomerasa permite mantener la célula joven.

Medicina y cirugía estética

Una imagen vale más que mil palabras y en este sentido hay un gran avance de la medicina y cirugía estética, como la luz pulsada para el blanqueamiento dental, y los tratamientos antiaging a base de infiltraciones de vitaminas, ácido hialurónico y factores de crecimiento ricos en plaquetas. Otros de los secretos que es una de mis terapias favoritas, es el rejuvenecimiento facial, sin cirugía, con técnicas de regeneración e hidratación, donde se logra recuperar las propiedades de una piel joven, hasta en 20 años. En definitiva, como me trasmite mi buen amigo el cirujano plástico británico que operó a Lady Di, cada vez más se utilizan técnicas mínimamente invasivas que nos permiten quitarnos algunos años y proyectar una imagen más saludable. Aquí la clave es ponerse en buenas manos eligiendo correctamente a los especialistas médicos, que sean reconocidos por la sociedad científica, y recuerda que, según Platón “si bien buscas, encontrarás”.

Píldoras que retrasan el envejecimiento

Son muchos los sistemas filosóficos que a través de la historia han buscado la inmortalidad y el mito de la Fuente de la Eterna Juventud. Unos sugieren que ésta se logra por medio de la búsqueda de la sabiduría y el dominio del cuerpo. Y otras sugieren la existencia de sustancias que detienen el deterioro biológico del organismo.

Otro de los secretos es la apoptosis, que es la muerte celular programada, que tiene la finalidad de autocontrolar el desarrollo y crecimiento de las células, y está desencadenada por señales controladas genéticamente, que descubrieron los premios Nobel Sydner Brenner, Jhon Sulston y Robert Horuitz, y que sientan las bases de la Biología Molecular.

La investigación se está centrando en los principios activos que pueden modificar la actividad genética y por tanto retrasen el proceso de envejecimiento celular y, en definitiva, regulen la longevidad. Se trata de las “moléculas de la longevidad”, como el alfa-cetoglutarato (AKG) que se produce cuando las moléculas generan energía, lo que podría ampliar nuestro calendario biológico como constató Jing Huang, investigador de la Universidad de California. Particularmente, me apasionan las moléculas biotecnológicas que pueden llegar a alargar un 50% la vida, como se observó en gusanos en laboratorio y cuyos resultados se han publicado en Nature.

Terapias combinadas 

He descrito infinidad de moléculas, principios activos, remedios tradicionales, técnicas y procedimientos, pero para manejarlos en la práctica clínica, con buen criterio y a dosis adecuadas, es indispensable que realices este itinerario bajo prescripción médica, y con especialistas expertos en longevidad, y es aquí donde guardo un entrañable recuerdo de mi querido y admirable colega el Dr. Cristian Barnard, que combinó el corazón con la longevidad, y que sigo sus pasos de forma apasionada, buscando siempre la excelencia. En fin, siguiendo la sabiduría de Francisco de Asís, “empieza haciendo lo necesario, después lo posible, y de repente te encontrarás haciendo lo imposible”.


El arte de vivir 

La vida es un arte y “da siempre lo mejor de ti y lo mejor vendrá” , como decía mi admirable Teresa de Calcuta, premio Nobel de la Paz. Por este motivo, hay que saber disfrutar cada segundo, cuidando al máximo nuestro cuerpo, mente, y espíritu, y aquí regreso a mi padre (+98), mi paradigma como gran científico, intelectual, pintor y amante del piano que era capaz de conciliar su vida filantrópica con su sibaritismo gastronómico y sus recuentos leucocitarios . Del talento de mi padre tan sólo he sido capaz de asimilar el hábito de escribir, su arte de la vida y el manejo clínico de la sangre, y todo gracias a que cuando yo tenía tan sólo 12 años me obligaba a saber distinguir los linfocitos de los basófilos, y con su disciplina férrea no paraba de insistirme en que leyera a Aristóteles para que asimilara “que la inteligencia consiste no sólo en el conocimiento, sino también en la destreza de aplicar los conocimientos en la práctica”.

El cielo puede esperar

En definitiva, si seguimos todo el itinerario descrito con rigor científico y estrictamente pilotados por gurús de la medicina, estoy seguro que lograremos vivir más y mejor, ya que el elixir de la eterna juventud está escondido en “nuestro interior”. Pienso en Jean Jacques Rousseau que insistía que “el hombre que más ha vivido no es aquel que más años ha cumplido, sino aquel que más ha experimentado la vida”. Si quieres ir más allá, recuerda siempre a Cicerón que decía que “las enfermedades del alma son más perniciosas que las del cuerpo”.

Mi conclusión es que el Cielo puede esperar, porque según Platón “el tiempo es una imagen móvil de la eternidad”.

Dr. Manuel de la Peña MD, PhD